15 SRA Pacífico

Individual: Juan David Medina

Exposición Individual Zona Pacífico de los 15 Salones Regionales de Artistas
Museo La Tertulia, Cali, 10 de octubre al 2 de noviembre, 2014.

Juan David Medina: Inversiones & valores

Las obras de Juan David Medina se ubican en el centro de la tensión entre el sistema de las artes y el sistema económico local y global. Aparentemente, el artista no toma posición ni en favor ni en contra y deja a los espectadores la posibilidad de reflexionar y recrear las múltiples relaciones y situaciones a las que se refieren sus obras. Sin embargo, hay un punto crítico, que son las obras en sí mismas y proponen un límite entre diferentes realidades y contextos. Ese límite es la superficie de la pintura, donde se plantea un antes y un después, un allá y acá, una realidad y una irrealidad, la ilusión y la desilusión.

La serie de los Descuentos está compuesta por ocho pinturas sobre vidrio, que van de 10 % a 80 %. Medina reproduce los anuncios de los porcentajes de descuento de los almacenes, cada vez más comunes y frecuentes. Los números que aparecen, en cada una de las obras, resultan del espacio vacío dejado por la pintura. Sobre estos números, el artista ha yuxtapuesto el símbolo de por ciento (%) repetido de manera sistemática y modular. La operación financiera, el descuento, se convierte en lo representado, en el producto en sí mismo y que al mismo tiempo es el vacío. El juego se cerrará al hacerse efectiva la operación financiera, ya que en el momento de la posible compra de las obras, el descuento anunciado se hace efectivo.
Tres pinturas figurativas siguen a Descuentos. Son represen¬taciones miméticas de objetos relacionados con el pasado y el presente de la economía local y global. Por un lado, el maniquí de un niño de la segunda mitad del siglo XX, pre¬sencia común en los almacenes de otras épocas, nos remite a los inicios de la sociedad de consumo tras la posguerra. Un festivo asno mecánico, que tuvo como hábitat natural las primeras grandes superficies, nos trae a la memoria los juegos de la infancia, que se activaban con monedas y que servían de momentánea distracción en medio de las compras. Finalmente, el conteiner plantea el cambio a la sociedad globalizada, marcada por el traslado indiscrimi¬nado de mercancías. Cada una de estas obras marca un momento histórico, económico, social y cultural. El primero hace referencia a lo particular y lo hecho a mano, el segundo habla de la estandarización y de lo general, y el tercero de lo hiperindustrial y global.

Completan esta exposición tres pinturas que representan las barricadas de las manifestaciones populares realizadas por todo el mundo en los últimos años. Son un revival de las manifestaciones revolucionarias de la Revolución francesa y símbolos del cambio planteado desde el Romanticismo de Goya o Delacroix. Pero, a diferencia de las anteriores, aquí se pone de manifiesto la ausencia de los combatientes y queda tan solo la barricada como símbolo de la lucha y, al mismo tiempo, parece ofrecerse como parapeto para que tomemos una posición.

El artista despoja a sus pinturas de la ilusión al utilizar el vidrio como soporte. Estas parecen ser el producto de actos marcados por un sentido elevado de la ética y la honestidad artística, además de por un pensamiento refinado y complejo que devela y pone al frente a la ilusión en sí misma. Al utilizar el vidrio, un soporte ya presente en la historia del arte desde los vitrales de la Edad Media, en la pintura europea de siglos anteriores y, sobre todo, al seguir un referente inmediato como La mariée mis à un par ces célibataires, même, popu¬larmente conocido como El gran vidrio, de Marcel Duchamp, Juan David Medina plantea una transparencia que devela el dispositivo ilusorio de la pintura para desnudarla. Dejar ver la parte de atrás, inhibiendo el efecto ilusorio de ventana y eliminando la ficticia espacialidad y profundidad, es un acto de verdad del artista para presentar de manera descarnada lo que es, sin la ilusión mimética o la representación directa del objeto, sino poniendo en evidencia lo que podemos considerar una presencia fantasmal: su huella mínima sobre la débil y quebradiza superficie. Esta toma de posición, tam¬bién se acerca a los Conceptos espaciales, de Lucio Fontana, quien rasgó y perforó sus lienzos para dejar en evidencia el verdadero espacio de la pintura, o el Distanciamiento, de Bertold Brecht, quien rompió la ilusión de la representación teatral al dejar en evidencia el montaje o los actores.

En las obras de Juan David Medina, la ilusión tiene una presen¬cia trágica. Si bien la representación se distancia de la míme¬sis naturalista, las obras se refieren a la ilusión del consumo, del mercado y de la economía. La lucha del individuo frente al sistema económico global parece perdida. Las barricadas se levantan para reclamar los derechos y oponerse a las fuerzas. ¿Ni siquiera hay lucha? ¿Solo un frenesí? ¿Un delirio? 105
Lo que sucede es que los valores se invierten. El objeto y el sujeto desaparecen de la escena y solo queda el dispositivo económico, es decir, el sistema. En síntesis, solo queda el vacío señalado, como producto y valor. Valores e inversión.
Carlos Fernando Quintero Valencia1
1 Artista e historiador del arte.

Juan David Medina Jaramillo
(Cali, 1975)
www.juandavidmedina.tumblr.com
www.piqueteadero.tumblr.com
www.helenaproducciones.org
Graduado en Artes Plásticas en el Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali (2003). Actualmente cursa la maestría en Lenguajes Artísticos Combinados en la Universidad Nacional de las Artes (Buenos Aires, Argentina). Ha hecho parte del colectivo Helena Producciones con el que ha organizado siete versiones del Festival de Performance de Cali. Entre sus exposiciones individuales están “Inversiones y valores”, Galería Arte Amerika (Cali, 2015); la revista El Hombre y la Máquina n.° 45, Universidad Autónoma de Occidente (Cali, 2015); “70%, 50%, 30% y 20% menos”, curada por Carlos Fernando Quintero, Centro Cultural Colombo Americano (Cali, 2013); “Un peu de Cali sur terre/Un poco de Cali en la tierra”, con textos curatoriales de Elías Sevilla, Mario Germán Caicedo y Carlos Fernando Quintero, Alianza Francesa de Cali (Cali, 2011), y “La camiseta de Humboldt no es la camiseta de Hegel”, Fundación Lugar a Dudas (Cali, 2009). Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio 15 Salón Regional de Artistas Zona Pacífico (2014); Premio Nacional de Artes Visuales a Nuevas Prácticas Artísticas con el Festival de Performance de Cali (Helena Producciones), Ministerio de Cultura (2007); mención en Best Art Practices, Premio Internacional para Jóvenes Curadores (Helena Producciones) (2007); Premio Curatorial al XI Salón Regional de Artistas Zona Pacífico-40 Salón Nacional de Artistas, Ministerio de Cultura (Helena Producciones) (2006), y mención en X Salón Regional de Artistas Zona Sur, Ministerio de Cultura (2003). Además de trabajar como artista, se ha desempeñado como curador y profesor universitario.

Individual: Leonardo Herrera Madrid

Exposición Individual Zona Pacífico de los 15 Salones Regionales de Artistas
Museo La Tertulia, Cali, 5 al 28 de septiembre, 2015

El mejor equipo del mundo hijueputa
El fútbol como fenómeno social que es, se le debe tratar con seriedad, es decir, superando la trivialidad, los lugares comunes, lo obvio, lo que todo el mundo ve por la esencia de lo que está precisamente detrás de esa inmediatez.
Jaime Galarza S.

Esta exhibición es un tributo a la cultura popular, pues está compuesta por más que piezas artísticas hegemónicas son piezas culturales (posibles análisis antropológicos y socioló¬gicos) que parten de la Revista del América para describir las formas de vida, los procesos de identidad, fervor, pasión y sentimiento del Cali de la década de 1980, a través de cróni¬cas, fotografías y publicidad.
Desde hace años escribo listados, porque me facilitan ubicar con pocas palabras las experiencias, los sentimientos y los acontecimientos que he vivido. Por dicha razón, este escrito tendrá un sinnúmero de historias y anécdotas alrededor de la ciudad y el fútbol.

Yo nací en el oriente de Cali, en el barrio La Independencia.
Mi abuelo Carlos era liberal y por esa razón era hincha ame¬ricano, simplemente por ser rojo.
No soy hincha del América.
Mi padre, acérrimo hincha del Deportivo Cali, me impuso a la fuerza ser hincha de este.
En diciembre de 1981 nació el mas (Muerte a Secuestradores) mediante un comunicado que se arrojó
desde una avioneta sobre el Estadio Pascual Guerrero.
Mi abuela paterna decía que negro ni el teléfono de la casa.
En Cosmocentro, el centro comercial más famoso de Cali en la década de 1980, el viejo Willy tenía su
almacén depor¬tivo. Ahí compré mis primeros guantes.
El mejor cobrador de tiros libre se llama Battaglia.
Aravena le pegaba fuerte, y eso ocasionaba la guerra entre el Cali y el América.
El padre de Jimmy, después del quinto título de La Mechita, pintó toda su casa de rojo.
Con Andrés jugábamos en un mangón frente a su casa. Ahí me corté varias veces las rodillas con latas de Clausen y Van Camp’s.
En vacaciones, jugábamos fútbol hasta las 11 de la noche en la calle. El papá de Jorge siempre estaba ahí. Con los del barrio vecino, todos los viernes jugábamos a las 5:00 p. m. partidos a muerte a 10 goles. Siempre terminaba uno de nosotros peleando y reventado, pero al siguiente viernes repetíamos otra vez.
A doña Fanny, madre de Víctor, le quebramos los vidrios varias veces.
Carro Chocao hacía tiros al aire cada vez que La Mechita perdía.
La lora de Carro Chocao le decía a mi mamá: “¡Hurra, hurra, mona hijueputa!” Y mi mamá se ponía furiosa y entraba a la casa diciendo que iba a matar a ese pajarraco.
En 1985 el M-19 se tomó el Palacio de Justicia. No hubo fútbol ese domingo.
Ese año el Pitufo botó el penalti contra Argentinos Juniors. Lo debió haber cobrado Falcioni.
En 1986 explotó el transbordador Challenger.
En 1987 mi tío Llavero se emborrachó tres días por el gol de Peñarol.
Esa final de la Libertadores es la que más recuerdo. Estábamos en la casa de mi tío El Gitano, que, además, era un estanco. Mi abuela estaba sentada en su mecedora y Llavero parado gritando frente al televisor. Yo estaba en el piso al lado de Guillermina. En el último minuto se fue la señal y la radio cantó gol, Llavero se metió media de guaro tapa negra y después se tiró al piso desconsolado. Mi abuela le dijo: “Güevetas, levántese, no llore más, la vida no se acaba ahí”. “Pero, mamá, íbamos a ser campeones”, le respondió. Bebió tres días.
En el Berchmans fuimos campeones tres años los del curso C. Entre la promoción, jugaba Animal, el Pájaro, Gómez, Carro Loco, el Cabezón Navia, Paulo, Tafur, Posso Neurona y Media, Medio Pulmón y yo, pero siempre perdimos la final del campeonato de todo el colegio.
El Cabezón Navia llegaba siempre borracho los lunes por estar celebrando los triunfos de La Mechita, y Tato lo tenía amenazado con echarlo del colegio.
Para mí el mejor jugador de la promoción fue Édgar Enrique Hurtado, que hizo el mejor gol que he visto en años.
Neurona y Media se acicalaba tanto que votaba los goles.
En 1988 y 1989, mataron a varios amigos del barrio por estar mariqueando con traquetos.
En 1989 empezaron a estallar las bombas en Cali.
En la tienda de doña Aurora, ya no podíamos estar después de las 8:00 p. m.
Con el Chino Teshima y Santiago Rodríguez, íbamos a los clásicos.
Los mellizos Herrera se la montaban a mi padre cada vez que perdía el Cali.
Antes de cada partido, nos metíamos dos aspirinas y una Coca-Cola para rendir más. Este dizque dopaje era una estupidez.
Cuando Colombia le ganó a Argentina 5-0, metí cocaína por primera vez mientras celebraba en La Sexta.
En Yanguas, de La Sexta, nos sentábamos con la familia Roche a charlar toda la noche y a fumar yerba.
En los picados de la finca de Felipe, Édgar siempre termi¬naba peleando con todos.
Muchos años después fuimos a jugar en el oriente con un equipo que nos hizo trizas.
En 1990 mataron a Carlos Pizarro Leongómez.
En 1992 llegó el papá del Chino extraditado hacia Colombia después de estar varios años preso en Alemania. Lo primero que hizo fue comprar un bmw color rojo escarlata.
Con Víctor Hugo, escuchábamos heavy hasta la madrugada mientras fumábamos de todo.
A Jaime lo mataron cuando entraba en su casa.
En 1995 la ciudad se volvió una mierda, porque al alcalde lo suspendieron por tener nexos con los narcos.
Al Méndez, que era una promesa del fútbol juvenil, se lo lle¬varon a Brasil, pero en ese viaje se lesionó y no pudo seguir jugando. Anotación: en ese viaje se enamoró de una garota que era un travesti y sus compas se la montaron todo el viaje.
Juan Diego, alias “El Cojo”, que tenía un problema en la pierna, tapaba más que cualquiera.
Al arquero de nuestro curso le hice un gol de chilena y le quebré la pierna en el recreo. Nos teníamos amor mutuo.
En Bellas Artes, como no teníamos zonas para hacer deporte, el Flaco Vera hizo un torneo de futbolín, en el cual jugamos todos los de Artes y Diseño. No me acuerdo quién fue el campeón.
De ahí nació el Barón Rojo Sur con Carrillo y Ricardo García y otros que no me acuerdo.
En 1997 fui por última vez al estadio. Fue un partido tan malo que dije que jamás volvería… he cumplido mi promesa durante diecisiete años.
Con Schneider, prometimos volver este año al estadio si el América da muestras de ser capaz.
En 1999, le enseñé a Gilberto Rodríguez Orejuela historia de Colombia en la cárcel de Palmira.
El año pasado, el Flaco Correa, Felipe y yo les ganamos a unos jóvenes peruanos en la playa de Mancora. No se la creían.
Después de vivir cuatro años fuera de Cali, creo que esta ciudad es el mejor vividero del mundo.
Esta exposición está basada en mi infancia y en los recuer¬dos que tengo del fútbol, de mis amigos y de la ciudad donde crecí.

Esta exposición es un homenaje al América de Cali, princi¬palmente a sus jugadores, que tantas alegrías nos dieron, al médico Gabriel Ochoa Uribe, a Umberto Valverde, al señor Bejarano, a doña Beatriz Uribe de Borrero, a los hermanos Rodríguez Orejuela y a los que piensan que la doble moral es un mal endémico de la sociedad colombiana. Y lo es, sí, si seguimos ocultando de dónde son las cosas.
Por último, parafraseando el tono de agradecimiento que los jugadores muestran con su humildad siempre que termi¬nan un cotejo:

Doy gracias a Jorge por creer en mí; a Ernesto por confiar en mis actitudes; a mi aguatera preferida, la Negrita, por hidratarme en este proceso; al técnico Alberto de Michelle por darme esa confianza que tenía perdida, y a todas las personas que hicieron posible que esto saliera de la mejor manera. A nuestros patrocinadores, MinCultura, La Tertulia y La Sucursal. A mis compañeros de equipo y a ustedes que son la fanaticada que todavía cree que se puede.

Esta exposición es un sentido homenaje a mis tíos Guillermo Herrera, que en paz descanse, y Llaverito, que me enseñó a bailar aquel 19.

Leonardo Herrera Madrid
(Cali, 1977)
www.leonardoherreramadrid.com
Maestro en Artes del Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali y cofundador de Helena Producciones (Asociación de Artistas sin ánimo de lucro 1997-2009, realizadora del Festival de Performance de Cali). Entre sus exposiciones individuales están “El mejor equipo del mundo ¡Hijueputa!”, Museo La Tertulia (Cali, 2014) y miami (Bogotá, 2014); “[33 treinta y tres]”, Pontificia Universidad Javeriana, Salón Múltiple (Cali, 2013); “Encuentro para la memoria viva de Tomé”, Practica Artística Contemporánea (Concepción, Chile, 2011); “4 de agosto [jueves negro]”, Pinacoteca de la Universidad de Concepción (Concepción, Chile, 2011); “Terrorista colom¬biano, Felipe Herradura”, La Vitrina, Lugar a Dudas (Cali, 2008), y “Ojo del diablo”, Galería Valenzuela Klenner (Bogotá, 2008). Ha participado en muestras colectivas en Ecuador, México, Argentina, Brasil y Estados Unidos. Además de trabajar como artista es docente en la Universidad del Valle y en el Instituto Departamental de Bellas Artes de Cali.

Reuniendo Luciérnagas

Equipo curatorial:  Herlyng Ferla & Riccardo Giacconi.

De esta manera, no proponemos un concepto omnicomprensivo alrededor del cual utilizar las obras como ejemplos, sino que proponemos crear diálogos, confrontar posiciones, hacer encontrar prácticas culturales diferentes. La propuesta del Salón reivindica ser ideada y desarrollada por dos artistas, y defiende una lógica curatorial propia, más basada en una práctica artística que en un discurso crítico-teórico. Esta propuesta se construye alrededor de una serie de ideas (características) que fueron significativas en la experiencia de Ciudad Solar, y en su investigación se propone construir un Salón basado en esos conceptos:

Comunidad: Reuniendo Luciérnagas será un lugar, o una ocasión, para conectar diferentes prácticas culturales presentes en la región. Un espacio para el intercambio y para la colaboración, para el diálogo y el choque. A pesar que hoy en Cali hay una producción cultural muy viva en todos los ámbitos sociales y disciplinares, no hay suficientes lugares que puedan albergarlas ni generar el diálogo entre ellas.